María regresa junto a Manuel a La Mancha. Durante el viaje, el coche sufre una avería y se ven obligados a pasar la noche en una finca perteneciente a un matrimonio extranjero que los acoge con amabilidad. En aquel refugio inesperado, María y Manuel se entregan por primera vez al amor.

Al volver, Manuel le pide a Justa que abandone la finca, y aunque ella obedece, oculta un profundo resentimiento. Poco después, María y Pepita sospechan que Claudia está embarazada al notar sus constantes náuseas.

Tiempo después, María se cruza nuevamente con Justa. Aunque no logra perdonarle su traición, intenta mantener una relación cordial. Sin embargo, Justa no se rinde y aprovecha la boda de Claudia para husmear entre los secretos de la familia Cervantes.