Helena no imagina que Juan se relaciona con diferentes pacientes terminales a las cuales acompaña, enamora y asesina para evitarles el sufrimiento de la enfermedad. A medida que Helena se va enamorando, empieza a descubrir la verdad sobre Juan. Comienzan a surgir nuevas preguntas en su vida, ¿Es posible ver la bondad en un ser monstruoso? ¿Es posible sentirse contenida por alguien que genera tanto daño en otras personas? ¿Qué es eso que nos acerca a lo que tememos? Cuanto más cerca esté Helena de Juan, más cerca estará de una verdad dolorosa. Tal vez, tan dolorosa como trágica y peligrosa.

Tras recibir la noticia de que posee una enfermedad terminal, Helena Karsten decide ignorarla, no iniciar su tratamiento y ocultar el diagnóstico a su entorno. Helena conoce a Juan Deseado Molina, el viudo de Rocío Ballester, una paciente de la obra social. Le entrega a Juan el diario de Rocío y le explica que debe confirmarse que no sea un simple suicidio para que él pueda cobrar el seguro de vida.

Juan conoce a Alcira, una paciente de la obra social con una enfermedad terminal. Alcira tiene una inmobiliaria y ayuda a Juan a buscar una casa. Juan lee el diario de Rocío, sufre porque mientras su esposa agonizaba él estaba en la Antártida, imposibilitado de volver. En la obra social, Juan se roba un bibliorato con información de pacientes y tiene una pelea con su ex cuñado, que se niega a darle las cenizas de Rocío. Ese día conoce a César, el hijo de Helena y nace entre ellos un vínculo amistoso. Alcira y Juan tienen sexo y ella le pide que la mate, Juan accede y cruza una línea de la que jamás podrá regresar.