En Cuba, en pleno estallido de la guerra y bajo la amenaza implacable de la fiebre amarilla, Baldo encuentra una forma de resistir colaborando en la enfermería, donde sus conocimientos de botánica resultan vitales. Sin embargo, la tragedia no tarda en alcanzarlo: pierde a su amigo Teodoro y termina gravemente enfermo. Mientras tanto, en Villaveza del Agua, la vida sigue marcada por secretos, pasiones ocultas y sospechas de crímenes. La figura de Atilana gana fuerza entre la comunidad, consolidando su poder con un acto simbólico e impactante: entierra a Baldo —aunque aún no hay cuerpo— tras recibir noticias de su supuesta muerte. Un gesto que no solo sella su dominio sobre el pueblo, sino también la tensión que crece entre lo personal y lo político en un lugar donde el silencio es tan mortal como la guerra.