Es tradición que el novio espere a la novia en el altar y que llegue con retraso… pero no tanto. Eso es lo que piensa el novio: Juan Robles (47 años), argentino y galerista de arte de prestigio. Como él, su madre, su hija (Paula, 10 años, fruto de un matrimonio anterior), la familia de la novia, sus amigos… Y todo Cadaqués. Como alguien dice en voz baja, “sólo falta Dalí y porque está en otros asuntos”.

Pero es lo que te puede ocurrir si tu novia es inspectora de policía y experta negociadora en situaciones de máxima tensión y si lleva su profesión grabada en el alma. Por eso, mientras todos esperan, ahí está Lola Garay (38), vestida de novia (el aviso le llegó yendo para la boda), negociando la salida de los rehenes de un pequeño banco con una pareja de ladrones sin muchas luces.

Es tradición que todo matrimonio recuerde su luna de miel como algo inolvidable, pero no que se tenga que anular de repente. Es lo que ocurre cuando la madre de Juan, que vive en Argentina y ha venido para la boda, recibe una llamada de Buenos Aires que les obligará a viajar allí a resolver un grave problema familiar. Ha sido detenido su tío Román (que no ha podido venir a España por el inicio de su Alzheimer).

Lola se ofrece a acompañarles, pero dicen que mejor se quede con la niña y ella accede, sin intuir que hay detrás un gran secreto. Un robo, en Buenos Aires, con las señas de identidad de un ladrón de altos vuelos que se creía retirado hace años: 'El Gato'. Un misterio que Juan Robles debe resolver porque sabe que es imposible que sea obra de tan mítico ladrón y que su tío esté detrás. Esencialmente, porque 'El Gato' es él.

Cosas así son las que te pueden pasar si te casas, sin saberlo, con un histórico ladrón de guante blanco, allá en Argentina, que ha blanqueado sus ganancias en negocios de arte. Por eso, Juan ha de volver a su Argentina natal, que no pisa hace largos años. Un llamado interrumpe la luna de miel y Juan se ve obligado a regresar urgente a Buenos Aires.