Sin embargo, pocos minutos después del encuentro entre Ricky y Leire, el suelo de la cripta se hunde bajo los pies de Marcela, que se encontraba rezando. Al llegar la Guardia Civil, descubre que dentro de la tumba hay un hombre con unas quemaduras muy extrañas y evidentes síntomas de deshidratación. Los vecinos están convencidos de que San Clemente ha resucitado.

La policía judicial, por su parte, trata de dar una explicación lógica a cómo ha llegado a la cripta el misterioso desconocido. El problema es que el hombre no habla su idioma y tampoco tiene huellas dactilares, por lo que les resulta imposible identificarle.

Sara se encuentra más sorprendida por la identidad del forense que por el presunto milagro. El doctor es su propio padre, que ni siquiera es forense, sino auxiliar, y lleva cinco años jubilado. A pesar de todo, no es la única sorpresa que se lleva la jueza, ya que recibe una carta de David, su difunto esposo, con un mapa en el que está señalada la ermita de San Clemente. No puede ser casualidad.

Sonia está más recuperada del ataque de Salva y está cerca de reincorporarse a su puesto en el cuartel. Nacho quiere comprarle un ramo de flores y prepararle una fiesta de bienvenida, pero sus compañeros no le apoyan al considerar que Sonia permitió que Salva se escapara. De hecho, piden firmas para solicitar su traslado. Además, Nacho debe lidiar con Vera, quien piensa que Nacho y Sonia tienen una relación.

Raúl, por su parte, se siente culpable por su situación familiar y decide arreglar las cosas con su mujer. El problema es que sigue enamorado de Sara y, si quiere olvidarla, deberá alejarse de ella. ¿Le concederán el traslado al teniente Pando?

Finalmente, Leire intenta superar la desaparición de Joel, a quienes todos dan por muerto. Ni ella ni Fernando se darán por vencidos hasta que encuentren su cadáver, ya que ambos están convencidos de que sigue vivo.