Tino y José Luis se meten en un problema con un agente de la Guardia Civíl y les terminan confiscando la churrería. Para zanjar el problema y que les quiten la multa surge una posible solución que involucra a Coco y Violonchelo, el perro del guardia civil y la perrita de los marqueses. Pero el remedio resulta peor que la enfermedad.

Igual de desastrosa es la idea de Lola para solucionar el problema de Charo, quien teme que a su madre la echen de la residencia. Para ayudarla, Lola no tiene mejor idea que empezar a robar a los campistas, para generar le necesidad de que contraten a alguien que se encargue de la vigilancia. En un primero momento, la idea parece dar resultado, pues como todos conocen y confían en Charo, la contratan para el trabajo. Pero hay dos complicaciones mayúsculas que estropean todo el plan.

Además, con el asunto de los robos, Javi accidentalmente accede a una conversación de Candela con una amiga. Y a partir de eso le propone a Roberto una estrategia para ligar con ellas. Pero algo sale mal entre ellos, y lo que era un plan en complicidad los termina enfrentado.